Aracely se llevó menuda sorpresa al enterarse que en la agencia del Ministerio Público -en la delegación de la FGE en Valles- no había ninguna denuncia para reclamar el monto de un adeudo que le debía un particular.
Su abogado, José Miguel Caballero, semanas antes le había pedido primero 5 mil pesos para iniciar el proceso legal, y ocho días después 7,500 pesos para supuestamente pagar a un Juez y acelerar la resolución del expediente.
Pero Aracely no fue la única estafada por José Miguel Caballero. Según relata, dos mujeres más fueron víctimas de estafa por parte del supuesto litigante.
Félix, una amiga, quien se lo había recomendado, contrató a Caballero para pelear -después de veinte años- la pensión alimentaria para su hija. La situación económica la obligó a exigir por la vía legal que el padre se hiciera responsable de sus obligaciones.
Para iniciar el proceso también le desembolsó 5 mil pesos, y una semana después el abogado José Miguel Caballero le dijo que ocupaba otros 7,500 pesos para realizar una prueba de ADN.
La misma historia vivió Adela, una madre soltera que se endeudó para pagarle al litigante con la esperanza de que su hija, una estudiante universitaria, pudiera continuar sus estudios con el apoyo económico de su padre.
Pero las denuncias jamás fueron interpuestas por el abogado Caballero.
Al entrevistarse con la agente del Ministerio Público, Aracely supo que fueron víctimas de un fraude, pero no eran las únicas.
Sobre este sujeto ya hay más denuncias. La ley lo buscaba no solo por las estafas que realiza, sino también por falsear información sobre su profesión.
Tras este descubrimiento Aracely comprendió que sus instintos no la habían engañado, algo andaba mal, porque el sujeto exigía pago en efectivo, nada de trasferencias ni depósitos, para no dejar huellas.
Atendía en una oficina que lucía abandonada cerca de la Ecocentral. Era imposible localizarlo. Su teléfono siempre permanecía apagado, sólo se comunicaba para pedir sus honorarios.
Las afectadas advierten que interpondrán la denuncia para que el seudo abogado reciba el castigo que se merece.